Algo de la sabiduría Rabindranath Tagore


      Nunca leo las escrituras; de hecho, las evito, porque tengo mi propia experiencia de lo trascendental y no quiero que las palabras de otros se mezclen con mi experiencia original, auténtica, individual. Quiero ofrecerle a Dios exactamente lo que constituye el latido de mi corazón. Puede que otros lo hayan conocido —sin duda, otros lo han conocido— pero su conocimiento no puede ser mi conocimiento. Solo mi experiencia puede satisfacerme, puede colmar mi búsqueda, puede darme confianza en la existencia. No quiero ser un creyente.

      No quiero ser un creyente; quiero ser alguien que sabe. No quiero tener muchos conocimientos; quiero ser lo suficientemente inocente como para que la existencia me revele sus misterios. No quiero ser considerado un santo.

      Solo tengo un deseo: ser recordado como un cantor de canciones, como un bailarín, como un poeta que ha ofrecido todo su potencial, todas las flores de su ser, a la divinidad desconocida de la existencia. No quiero ser venerado; lo considero una humillación... algo feo, inhumano, y completamente distante del mundo. Todo hombre lleva en sí a Dios; toda nube, todo árbol, todo océano está lleno de divinidad, así es que ¿quién debe venerar a quién?

      Obstinadas son las restricciones, pero me duele el corazón cuando intento vencerlas. La libertad es lo único que quiero, pero me avergüenzo de tener esperanza de ella.

Citas tomadas de la novela "Oficio de tinieblas" de Rosario Castellanos


OFICIO DE TINIEBLAS, ROSARIO CASTELLANOS

      Pedro se desvelaba, con los ojos fijos en la cartilla de San Miguel, contemplando aquellos signos que lentamente penetraban en su entendimiento. ¡que orgullo, al día siguiente, presentarse ante los demás con la lección sabida! ¡Que emoción descubrir los nombres de los objetos y pronunciarlos y escribirlos y apoderarse así del mundo! ¡Que asombro cuando escucho, por vez primera “hablar el papel”!

      Solo los jóvenes, cuyo brío no había sido aún refrenado, conservaron de aquellas pláticas una inquietud, una semilla que, para germinar tendría que romper la dura costra de la inercia y la conformidad.

      Un pueblo que desoye los conejos y las advertencias de su párroco, que abandona la práctica de una religión de humildad y de obediencia y que se lanza a desenterrar imágenes de una pasado salvaje y sanguinario, desafiando así la cólera de sus señores naturales y poniendo en peligro el orden establecido. ¿Adónde conduciría todo esto? A su fin lógico: la toma de las armas y la exigencia violenta de unos derechos que si bien la ley se los acordaba los indios no los merecían. Nadie que conociera su índole, sus costumbres, sus tendencias podía dudar que los indios precisaban una tutela ¿y quién iba a ejercerla mejor y más beneficiosamente para todos, que los patrones?

      Ay, si puidera dejar caer sobre su oreja una palabra, una sola palabra, mientras dormía. ¡Y si esa palabra llegase a ser depositada en el altar, para que la recogieran los ídolos!
      Pedro se inclinó sobre el sueño de su mujer, y lentamente, fue pronunciando la única oración que sabía:
      - La tierra, Catalina. Diles que nos devuelvan la tierra. Si nos piden la sangre, si nos piden la vida se las daremos. Pero que nos devuelvan la tierra.
      Un escalofrío sacudió el cuerpo de ilol que se tapó la oreja con la mano. Pedro se retiró de allí, seguro de que había sido escuchado.

      - ¿Se acuerdan de las historias antiguas?
      - Cuentos de viejos. Nadie sabe ya lo que pasó.
      - Cuando vinieron los primeros caxlanes, hace siglos, muchos prefirieron morir a rendirse.
      Un anciano hizo signos afirmativos. Si, había oído decir algo a sus abuelos. Algo de unos guerreros que se habían tirad desde un peñasco al fondo de un río.
      - Desde entonces el sumidero es sagrado.
      El sacrificio de tantas almas santificó cada piedra, cada rama, cada declive del abismo. ¿Y Chamula iba a quedar desamparada? ¿y en esta comarca inmensa ya no podría reinar el espíritu de San Juan, su ánimo de constructor y de dueño de rebaños? ¿Se envilecería esta tierra donde brotan tantos manantiales, donde la niebla bajaba a posarse con tanta frecuencia? ¡Que indignos había sido de vivir si no eran ahora capaces de disputar al ladino esta posición!

      Vendría la fuerza desordenada y caótica, de los caballos al galope, arrasándolo todo, dejando tras de si cenizas, ruinas y esclavitud. Las costumbres serían abolidas, las dignidades usurpadas, los santuarios profanados. ¿Qué sería del cielo si los Chamulas entregaban su tierra?

Nocturno, poema de Rosario Castellanos



                                               Para vivir es demasiado el tiempo;
                                               para saber no es nada.

                                               ¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?

                                               No es posible sino soñar, morir,
                                               soñar que no morimos
                                               y, a veces, un instante, despertar.



Evo Morales, Hoy otro mundo es imprescindible porque si no, no habrá ningún mundo posible


      “Ha llegado el tiempo de las naciones del sur. Antes fuimos colonizados y esclavizados, y con nuestro trabajo robado se levantaron los imperios del Norte (…). Hoy otro mundo es imprescindible porque si no, no habrá ningún mundo posible. Y ese otro mundo de igualdad, de complementariedad, de convivencia orgánica con la madre tierra solo puede surgir de los mil idiomas, de los mil colores, de las mil culturas hermanadas de todos los Pueblos del Sur”

Gotye // Smoke and Mirrors


Que buenos vídeos tiene este Gotye
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