La llama de una vela, parte III

El verbo apagarse puede hacer morir tanto un ruido como un corazón, un amor como un odio. Pero quien desee conocer el verdadero sentido, el sentido primero, debe de acordarse de la muerte de una vela.


Pues la vela, compañera de soledad, es sobre todo compañera del trabajo solitario. La vela no ilumina una pieza vacía. Ilumina un libro. Solo, en la noche, con un libro iluminado por una vela -libro y vela, doble isla de luz, contra las dobles tinieblas del espíritu y de la noche.


¿A dónde va la luz de una mirada cuando la muerte pone su dedo frío sobre los ojos de un moribundo?

Gaston Bachelard. Fragmentos extraídos de La llama de una vela.
Traducción de Hugo Gola

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