Al
encontrarse nuestras miradas se creó el universo y al encontrarse nuestros
labios nació Dios.
Dios
vive separado en cada cuerpo, en cada labio, en cada mano, en cada
aliento y en cada pensamiento, por eso la soledad duele, la soledad es Dios
dividido infinitamente, por eso al tomarnos de la mano, darnos un abrazo, mirarnos, acariciarnos o al unirnos en un
beso lo que sentimos es a Dios que se ha encontrado.
Salvemos
a Dios, yo me ofrezco a salvarlo contigo, porque juntos somos sagrados y
separados solo pedazos de Dios.
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