La llama es, entre los objetos del mundo que convocan al sueño, uno de los más grandes productores de imágenes. La llama nos obliga a imaginar. Ante una llama, en tanto se sueña, lo que uno percibe al mirar no es nada en relación con lo que se imagina. La llama lleva a los más diversos dominios de la meditación su carga de metáfotas e imágenes.
Gaston Bachelard. Fragmentos extraídos de La llama de una vela.
Traducción de Hugo Gola
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