No les tires a los cuervos, La Feria, Juan José Arreola.


Juan Tepano, Primera Vara, anda con todos los suyos trabajando en el campo. Con todos los suyos que son dueños de la tierra, y que de sol a sol trabajan para otros. Ahora tienen esperanza, como si el año que entra ya fueran a sembrarla por su cuenta.

Juan Tepano, Primera Vara, anda contento y dice versos y dichos viejos. Pedazos de pastorela. Luego da unos pasos y se lanza de sonajero. Y viendo que Layo apunta a un cuervo con su escopeta, le llama la atencion.

Los cuervos van volando por los sembrados al ras de los surcos. Graznan. Se paran y picotean la tierra como buscando algo.

- A los cuervos no les tires, Layo. Nomás espántalos. Son cristianos como nosotros y no le hacen daño a las milpas. Nomás andan buscando y buscando entre los surcos. Buscan los granos de maíz. Como que se acuerdan de dónde los enterraron, pero luego se les olvida.

Es la hora de comer y la cuadrilla está alrededor de las brazas, calentando el almuerzo. Quién echa a la lumbre un tasajo de cecina y quién un pedazo de pepena, para alegrar las tortillas. Comen despacio a la sombra de un tacamo, mientras los bueyes van al aguaje y sestean.

- Nomás espántalos, pero no les tires. Los cuervos son como tú o como yo. Andan arrepentidos buscando y buscando lo que se comieron por el camino, cuando venían volando en la noche con su grano de maíz en el pico. Pobres, no tienen la culpa de haber caído en la tentación. Ustedes ya no se acuerdan, pero los cuervos trajeron otra vez el maíz a Zapotlán, cuando no los quitaron las gentes de Sayula, de Autalán, de Amula y de Tamazula. Todos vinieron y nos quitaron el Maíz de pura envidia de que aquí se daba mejor que allá. Aquí se da mejor que en todas partes y por eso nuestra tierra se llamaba Tlayolan, que quere decir que el Maíz nos da vida. Pero los vecinos nos hicieron guerra entre todos. Nos quitaron primero la sal y luego se llevaron las mazorcas, todas, sin dejarnos ya ni un grano para la siembra.

y nos cerraron el llano, guardando todos los puertos para que nadie pudiera pasar. Y entonces Tlayolan se llamó Tzapotlán, porque ya no comíamos maíz sino zapotes y chirimoyas, calabazas y mezquites. Andábamos descriados, ya sin fuerzas para la guerra. Pero tuvimos un rey y su nahual era cuervo. Se hacía cuervo cuando quería, con los poderes antiguos de Topiltzin y Ometecutli. Se hacía cuervo nuestro rey, y se iba a volar sobre los sembrados ajenos, entre los cuervos de Sayula, de Autlán, de Amula y de Tamazula. Y veía que todos tenían el maíz que nos quitaron. Y como su nahual era cuervo, supo que los cuervos buscan y esconden las cosas y con los poderes antiguos de Topiltzin y Ometecutli, nos enseñó a todos a que nos volviéramos cuervos. Y un año limpiamos las tierras, que todas estaban llenas de chayotillo, de garañona y de capitaneja. Limpiamos y labramos la tierra, como si tuviéramos maíz para sembrarla. Y cuando comenzaron las lluvias, ya para meterse el sol, nos hacíamos cuervos y nos íbamos volando para buscar el maíz que sembraban las gentes de Sayula, de Autlan, de Amola y de Tamazula. Volvíamos cada quien con su grano en el pico a esconderlo en la tierra de Zapotlán. Pero como nos costaba mucho trabajo encontrar las semillas y todos teníamos ganas de comer maíz, nuestro rey cuervo dijo que los que se tragaran el grano por el camino, se quedarían ya de cuervos, volando y graznando entre los surcos, buscando para siempre el maíz enterrado. Y muchos de nosotros no se aguantaron las ganas y se tragaron el grano en vez de sembrarlo en nuestra tierra. Y ya no volvieron a ser hombres como nosotros.

- No les tires a los cuervos, Layo, con tu escopeta. Ellos trajeron otra vez el maíz a Zapotlán. Y los que cayeron en la tentación, no tienen la culpa. Querían comer otra cosa, y ya estaban hartos de zapotes, de chirimoyas, calabazas y mezquites. Por eso andan volando todavía por los campos.

- Cuando vieron que nosotros cosechabamos maíz sin sembrarlo, porque no teníamos semilla y ellos sembraban y no se les daba, las gentes de Sayula, de Autlan, de Amola y de Tamazula hicieron la paz con nosotros y nos dejaron ir por la sal a las lagunas de Zacualco...

Este año, Juan Tepano, Primera Vara, anda contento como si a él y a los suyos ya les hubieran devuelto la tierra. Canta pedazos del alabado y dice versos y dichos viejos. Da unos pasos de danza. A la hora de comer cuenta un cuento. Y al ver que un cuervo pasa graznando por encima de la lumbre apagada, dice riéndose con el filo de la mano sobre los ojos:

- Mira, Layo, allí va volando un cristiano...

La Feria, Juan José Arreola.

3 comentarios:

Jessica dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ANmiGuEL dijo...

le hace falta la magia a mexico esa magia que españoles y traidores nos arrebataron y arrebatan, esa magia que hoy es folclore y el mexicano de hoy rechaza porque no es lo que ve en tv, porque no es lo que le dicen que esta bien... porque un pueblo sin cultura y sin memoria que es?? un puñado de gentes que van y vienen sin mas propósito que hacer todo lo posible por no ser...

Anónimo dijo...

aLGUIEN ME PUEDE EXPLICAR DE QUE SE TRATA PORQUE NO LE ENTENDI

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