“Esta noche tiene una especial significación. De alguna querida y extraña manera hemos venido a despedirnos y también a darnos la bienvenida. Nos estamos despidiendo, sin tristeza, de un hombre que estuvo preso nueve años. Que estuvo preso por negarse a cruzar los brazos cuando su pueblo tuvo hambre, dolor e injusticia. Nos estamos despidiendo, sin olvido, de una experiencia muy dura, un poco larga pero enormemente valiosa todo preso político debe agradecer a sus carceleros que le confirmen, en los hechos y sobre su persona, la validez de sus convicciones, la razón de sus pasos. Nunca un hombre está más seguro de lo que hace, que cuando un dolor prolongado no logra quitarle el aliento y derrotarlo. Nos estamos despidiendo de una situación, pero conservaremos de ella prolija memoria. Hoy también damos la bienvenida a un padre en esta escuela. Tres hijos y una esposa me han traído de la mano; quieren mostrarme la excelencia que anida en los seres humanos. Hombres y mujeres del pueblo capaces de entregar y entregarse. Es un padre emocionado, que se siente en su propia casa, él que hoy puede decirles “hola” y preguntarles dónde vamos juntos. Siento dentro mío que esta fiesta es algo especial, muy distinto a todo, algo nuevo e importante. Tan pero tan importante, que no soy capaz de decir las palabras exactas que debería. Tan pero tan nuevo, como siempre resulta la calidez de la gente volcada hacia fuera, de la gente que se ha puesto a querer a los otros. También hay aquí grandeza esta noche. Hay la necesidad imperiosa de seguir haciendo, de seguir pudiendo. Necesidad que brota de lo logrado. Porque ustedes pudieron más que la brutalidad de una dictadura, más que el empecinamiento de una dictadura, más que el empecinamiento y el odio de los carceleros, más que la pereza y la comodidad de la vida para sí mismos. Ustedes pudieron y yo estoy aquí como prueba del poder de ustedes. Prueba, pero no medida. Porque no hay medida que pueda abarcar todo lo que se vuelve posible para que la gente que se ha puesto a poder. Me atrevo hoy a tomar las voces de mis tantos hermanos presos, a representarlos cabalmente para decirles: Muchas gracias por no dejarnos solos, muchas gracias por querernos tanto. Para pedirles que empiecen su solidaridad hacia América Latina, continente que está comprando con sangre su derecho a ser libre. Podemos esta noche hablar de prisión y muerte sin perder la alegría. Porque nuestra alegría es la del triunfo militante, porque nuestra fiesta es la del esfuerzo combatiente. Estamos felices porque sabemos asumir el dolor de los demás. Lo que ustedes me han dado no hay forma adecuada de agradecerlo. A ustedes debo el aire libre y la luz, las calles y las voces, el sueño y los libros. Ustedes me han devuelto a mis hijos y mi esposa: mi lugar de cariño, mi permanente ternura. Me avergüenza estarles hablando, diciéndoles cosas. Lo único que tengo para transmitirles es mi fe en el hombre y mi opaca sabiduría de preso. Precisamente a ustedes, empecinada gente buena, que acaban de realizar lo imposible. Ustedes que saben y pueden. Es para ustedes la fiesta, para ustedes el agasajo. Y soy yo quien los aplaude y los abraza. ”
David Cámpora, 20 de marzo 1981, preso político, Uruguay. Holweide, Alemania.
Tomado de Primavera con una esquina rota, de Mario Benedetti
5 comentarios:
y decía bien... tus amores siempre son grandes, me da esperanza tal vez ser uno también...
a veces se me acaba la fe.
la fe es un habito y no se acaba, se olvida
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